Toronto
Canadá tiene un encanto especial. Además de su paisaje, el dólar más bajo y la preciosa vista de las cataratas del Niagara, tiene una inexplicable afición por construir torres observatorio. Cuanto más altas, mejor. Además de la famosa CN Tower de Toronto ( en la foto ), hay otra en Niagara Falls muy similar. En todas ellas hay que pagar, hacer cola y escuchar a un guía lo típico: metros, año de construcción, su coste y sus mecenas. Eso si lo entiendes. Te cuenta todo en el ascensor acristalado a la que subes 447 metros a 7 millas por segundo. Y tú sonries con cara de entenderlo todo y encima, sorprenderte de ello. Eso ya es de turista profesional.
Y es que es lo que tiene estar de turista-ama de casa, que una o se fija en todo o cae en el alertagamiento perpetuo. He elegido la primera opción y no dejo títere con cabeza. Ya lo hacía cuando trabajaba, pues ahora más. Y así andamos. Que si aquí la gente se bebe el café con leche con pajita, que fíjate que andan descalzos por la casa, que el garaje lo usan de trastero y el coche está en la calle, que los niños comen sandwich y cenan macarrones... y esas cositas.
El caso es que todos los días te llevas las manos a la cabeza por algo, ya sea bueno o malo. Debo reconocer que ayer Toronto me sorprendió gratamente. La ciudad en sí se parece a Benidorm, sus rascacielos acristalados con terracitas en todas las plantas con vistas al lago Ontario, sus tienditas de todo un poco, sus aparcamientos en medio de la nada a 15 US/hora. Y por supuesto la susodicha CN Tower, con su suelo acristalado a 400 metros de altura. Te puedes sentar o tumbar en el mismo como hizo mi hijo, pero desde luego no puedes dejar de verlo!
Toronto es una ciudad moderna, tranquila y luminosa. El lago le da la vida así como la juventud que se agolpa en los jardines de la Universidad, parecía el antiguo Happening complutense (ya se dejó de hacer no?), con botellón incluido, pero más organizado. El resto de la ciudad en sí es muy Europea, me recordaba a las calles de Copenhanguen o Londres, con casitas de tres plantas, con una en el semisótano a la que se accede desde una pequeña escalera exterior. También las terracitas de los pubs (en USA no hay pubs, son bars) y restaurantes tenían su encanto.
Otro atractivo de Toronto es el Eaton Centre. Un centro comercial que ocupa varias manzanas que se conectan por medio subterráneo, de manera que no es necesario salir a la calle para visitarlo completamente. No quiero pensar el frío que llegará a hacer en invierno.
En fín, aquí teneis unas pinceladas de Toronto.
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